Estaba acostado viendo que hacer en la computadora, una época de emociones depresivas y falta de motivación por la necesidad y la falta de una pareja de vida, o por lo menos alguien con quien platicar a altas horas de la madrugada.
Fui de visitar a mi hermano a su departamento en otra ciudad, fui a despejar mi mente y a poder hacer algo distinto a la monotonía que sentía en mi hogar, fue el primer viaje que realize solo a otra ciudad, claro, solo fue el viaje en el camión... así que no era la gran cosa, pero ya me había hostigado la compañía de mi familia.
Fue agradable tener que usar suéteres todo el día, el frió de aquella ciudad era agradable y en días de lluvia el ambiente era bonito, los pinos soltaban su fresco y revitalizante olor, los arboles con frutos caídos igual soltaban un olor que sugerían el deseo por desayunar fruta en yoghurt con algún café y por las noches al estar en un 6to piso pasaba el viento frió que hacia que tu piel reaccionara como piel de gallina, era bello poder sentarme en las escaleras con una taza de café con chocolate y pensar en todo lo que había dejado atrás, a cientos de kilómetros.
Una noche me llegó un mensaje en el Mesenger (cuando eso estaba apunto de morir) y ¡pum! como un fantasma regresó lo que muchos considerarían un viejo amor, y con mayor razón no me separaba de la computadora, me contó su vida y de como le había ido, yo le conté la mía también, ella tenia pareja entonces nuestra relación solo fue de amistad, a pesar de que ambos aun sentíamos que había muchas cosas que deseábamos compartir.
En aquel entonces me gustaba oír mucho música, me compre unos audífonos especiales para DJ, el cable del audífono era larguísimo, pero sonaban muy potentes, había ahorrado mil pesos para comprarme algunos audífonos, entre mas baratos mejor pero de calidad y esos eran perfectos, jamas me habían durado tanto unos audífonos, me duraron dos años hasta que un gato mordió el cable y ahí se rompió para siempre.
Quisiera regresar a aquel entonces y haber disfrutado mas de esa ciudad, de la compañía de mi hermano, de mi sobrino, del hermoso y fresco olor de los pinos, del reconfortante frió nocturno y de aquella emoción tan adictiva como lo es la depresión, distimia.
Ahora las cosas son distintas, ya no hay distimia, ya no hay depresión, ya no hay medicamentos empastillados, ahora hay tranquilidad.
Pero hay cosas que solo son bellas con otras perspectivas, y esa ciudad, ese viaje, ese frió, era hermoso con la perspectiva negativa depresiva. ¡CLARO! al día de hoy me arrepiento de haber pasado la mayor parte del tiempo en la computadora, pero de igual manera me gustó poder estar en otro lado que no fuera mi casa.
Posdata: Lo mejor de todo el viaje fueron los tacos de mercado, tacos de 10 pesos con mucha carne, mucha verdura y encima pequeñas papas fritas y una salsa de tomate verde riquísima...
CDMX
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